Hubo un tiempo en el que el baloncesto ganó por goleada al fútbol. El Córdoba CF se hallaba perdido en la 2ªB, errante, temporada tras temporada. El planeta deportivo cordobés sólo se animaba con la llegada del Rallye Sierra Morena (sí, sí, aquí llegamos a ver a Carlos Sáinz a bordo de su Ford Sierra Cosworth en el Paseo de La Victoria y en Las Ermitas antes de ser campeón del mundo) y algún partido de España sub-21. Hasta que llegó el buen básket.
Baloncesto siempre hubo. Pero el subidón se produjo a finales de los ochenta. Una entidad llamada Club Juventud de Córdoba, bajo el amparo de su principal patrocinador, “Colecor” (qué recuerdos me traen esas bolsas de leche) llegó hasta lo que en fútbol se puede equipar a Segunda División. Y eso produjo una revolución en el panorama deportivo de la ciudad.
El único polideportivo multiusos (se jugaba también a fútbol-sala, balonmano, voleibol, bádminton, exhibiciones de artes marciales…) habilitado con parquet y gradas por aquel entonces, se encontraba en el Sector Sur, en la Avda.de Cádiz. Sobrio y soso por fuera, horroroso por dentro. Sin embargo, tenía algo de lo que hasta el momento carecen todas las actuales instalaciones cordobesas (Nuevo Arcángel, Vistalegre, Fontanar…); magia, carisma. Y es que la llegada de encestes de alta competición llevó al olvido al deporte rey, situando como epicentro de la noticia esa vieja cancha.
Cada partido en el Polideportivo de la Juventud (cariñosamente llamado “Polimecano”) llevaba consigo una pasión y fervor de una afición jamás vista hasta entonces… y hasta ahora. Una verdadera olla a presión, con gente apiñada en las escaleras de las gradas fijas y plegables, en los pasillos de entrada e incluso en las cristaleras de las puertas de acceso que permitían algo de visión desde la calle. Todo por observar a un equipo “lechero” aguerrido y batallador, no exento de calidad, que llegó a dirimir enfrentamientos con los míticos Oximesa Granada, Caja de Ronda (“tarzán” McNamara) o Clesa Ferrol (Anicet Lavodrama).
Era una época en la que cruzarte en Ciudad Jardín con los americanos del equipo, Braden y Morrow, era poco menos que ver a extraterrestres. Pues gracias a esos “extraterrestres” se comenzó a difundir el concepto espectáculo dentro de un evento deportivo en una ciudad huérfana de acción. Y el espectáculo continuó más tarde ¡y de qué forma! con Gervin, un tipo que el día que peor estaba anotaba “sólo” 40 puntos.
Diario Córdoba se subió al carro del patrocinio y el Club Juventud gracias a esas dos potentes empresas vivió años de esplendor. Pero, inexplicablemente, todo comenzó a ir a la deriva. Varios presidentes, entre ellos el del equipo cordobés, se sacaron de la manga una liga paralela a la oficial (aún no entiendo el porqué) que permitían más extranjeros (quedaba bastante para la Ley Bosman) en pos del espectáculo. Y salió caro. Ya nada fue igual. Menor asistencia de público, escisión de patrocinadores y de jugadores…
Los realmente perjudicados de toda esta vorágine fueron los jugadores salidos de las grandes canteras cordobesas (El Carmen, Cervantes, Salesianos…) que se quedaron sin un referente. A partir de ahí, murió el baloncesto en Córdoba. Duelos sin fuste en liga EBA entre Cajasur y La Caja (como si se tratara de una liga de empresas), repetidos en LEB Bronce entre Cajasur y Ciudad de Córdoba-Salsas Musa hace bien poquito. Solamente hubo un atisbo de recobrar ilusiones doradas cuando Rafa Sanz metió al club cajista en playoffs de ascenso a liga ACB a comienzos del nuevo milenio. Pero no pudo ser.
Los dos últimos experimentos, el invento salido de una fusión Cajasur-Salsas Musa que desembocó en Cajasur Córdoba 2016 en 2008-2009 y Cajasol Córdoba de la 2009-2010, ambos en LEB Plata, fueron nefastos.
Estamos ante el todo o nada. O muere definitivamente el deporte de la canasta en Córdoba o un giro de 180º (renovación 100% en todos los ámbitos) puede al menos intentar que se revivan momentos como aquellos inolvidables ochenteros. Pero tal y como pinta el actual panorama, veo más factible lo primero.

Unas planchitas...
domingo, 10 de octubre de 2010
S.O.S. DEPORTE FEMENINO
Cuando uno lleva mucho tiempo viviendo fuera de su ciudad natal, toda noticia que le llega referente a su querida tierra, resulta doblemente interesante o impactante, según la naturaleza de tal.
En pleno aluvión informativo en base al evento deportivo más seguido junto a los JJOO (Mundial de Sudáfrica), es poco menos que gratificante para los oídos, escuchar en diferentes cadenas nacionales el éxito de un equipo cordobés. Sí, un éxito que al que suscribe le hizo más agradable la habitual retención de un domingo por la tarde en la A-6.
Feliz por el segundo logro consecutivo de estas chicas (ya fueron campeonas de la División de Honor de fútbol-sala en la temporada 08-09) no pude evitar algo que me vino a la mente y de lo que ya se han hecho eco los diferentes medios cordobeses. Y es que me parece más que lamentable que unas chicas que repiten gloria tengan que estar a las pocas horas de la conquista del título y en plena resaca, pendientes de si van a poder hacer una temporada más aquello que les gusta; jugar a fútbol-sala.
No digo que haya que quitarle el monopolio al club representativo de la ciudad, que para eso es el que mayor masa social mueve, pero bien es cierto que las instituciones deberían apoyar a este equipo femenino que ha dejado a la altura del betún a, por ejemplo, los representantes cordobeses del baloncesto y balonmano masculino (y eso que unos han tenido de su parte a Rojano/FAB y otros a Igualada/ "Córdoba 2016"). Dado que capital y provincia no cuentan con una vasta y compleja red empresarial que pueda patrocinar mil clubes deportivos, mejor centrarse solamente en aquello que al menos proporcione alegrías ¿no? Lo que no funcione, ¡fuera! Los experimentos, para los laboratorios.
La única referencia fémina en la élite representando a Córdoba hasta la eclosión de las chicas de Cajasur Deportivo era Belén Recio, la atleta campeona de España en repetidas ocasiones en diferentes pruebas de velocidad, participante en Europeos y Mundiales con el combinado español. Y en lo que relativo a colectividades, la antesala a esta época dorada femenina fue la rivalidad en el mundo del volley de Adecor/Cajasur en la División de Honor, hace unos añitos. La falta de apoyo institucional (y también, mediático) se tradujo en un adiós deportivo en esa máxima categoría nacional.
El fantasma de la desaparición también planea hoy día sobre un grupo de jugadoras que han maravillado en los parqués de la geografía española. Si se vive otro caso Adecor, será de juzgado de guardia. Y la ciudad de Córdoba seguirá anclada en su mentalidad de Regional Preferente.
Por cierto, existe un proyecto del club Adesal para participar la sección de voleibol en una de las categorías nacionales. Ojalá sigan igual de ilusionados, sigan trabajando duro y no se vengan abajo ante el oscuro panorama que se vislumbra.
Señores políticos, un único favor... ¡apoyen de verdad al deporte femenino!
En pleno aluvión informativo en base al evento deportivo más seguido junto a los JJOO (Mundial de Sudáfrica), es poco menos que gratificante para los oídos, escuchar en diferentes cadenas nacionales el éxito de un equipo cordobés. Sí, un éxito que al que suscribe le hizo más agradable la habitual retención de un domingo por la tarde en la A-6.
Feliz por el segundo logro consecutivo de estas chicas (ya fueron campeonas de la División de Honor de fútbol-sala en la temporada 08-09) no pude evitar algo que me vino a la mente y de lo que ya se han hecho eco los diferentes medios cordobeses. Y es que me parece más que lamentable que unas chicas que repiten gloria tengan que estar a las pocas horas de la conquista del título y en plena resaca, pendientes de si van a poder hacer una temporada más aquello que les gusta; jugar a fútbol-sala.
No digo que haya que quitarle el monopolio al club representativo de la ciudad, que para eso es el que mayor masa social mueve, pero bien es cierto que las instituciones deberían apoyar a este equipo femenino que ha dejado a la altura del betún a, por ejemplo, los representantes cordobeses del baloncesto y balonmano masculino (y eso que unos han tenido de su parte a Rojano/FAB y otros a Igualada/ "Córdoba 2016"). Dado que capital y provincia no cuentan con una vasta y compleja red empresarial que pueda patrocinar mil clubes deportivos, mejor centrarse solamente en aquello que al menos proporcione alegrías ¿no? Lo que no funcione, ¡fuera! Los experimentos, para los laboratorios.
La única referencia fémina en la élite representando a Córdoba hasta la eclosión de las chicas de Cajasur Deportivo era Belén Recio, la atleta campeona de España en repetidas ocasiones en diferentes pruebas de velocidad, participante en Europeos y Mundiales con el combinado español. Y en lo que relativo a colectividades, la antesala a esta época dorada femenina fue la rivalidad en el mundo del volley de Adecor/Cajasur en la División de Honor, hace unos añitos. La falta de apoyo institucional (y también, mediático) se tradujo en un adiós deportivo en esa máxima categoría nacional.
El fantasma de la desaparición también planea hoy día sobre un grupo de jugadoras que han maravillado en los parqués de la geografía española. Si se vive otro caso Adecor, será de juzgado de guardia. Y la ciudad de Córdoba seguirá anclada en su mentalidad de Regional Preferente.
Por cierto, existe un proyecto del club Adesal para participar la sección de voleibol en una de las categorías nacionales. Ojalá sigan igual de ilusionados, sigan trabajando duro y no se vengan abajo ante el oscuro panorama que se vislumbra.
Señores políticos, un único favor... ¡apoyen de verdad al deporte femenino!
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